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¿Son tan malas las grasas saturadas como nos dijeron? Nuevas evidencias lo ponen en duda

  • Foto del escritor: Dra. Manuela Escobar
    Dra. Manuela Escobar
  • 30 jul
  • 3 Min. de lectura

Publicado por la Dra. Manuela Escobar | Nutrición y Salud Hormonal | 30 de Julio 2025


Durante décadas, hemos escuchado que las grasas saturadas eran las grandes villanas de la salud cardiovascular. Muchas guías nutricionales han insistido en reducirlas para prevenir infartos, accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades del corazón. Pero, ¿qué dice la ciencia actual?


Grasas Saturadas | Lacteos

Un nuevo meta-análisis publicado en 2025 por investigadores de varias universidades japonesas (Yamada et al.) vuelve a cuestionar esta idea. Analizando datos de más de 13.000 personas, los resultados no mostraron una reducción significativa en la mortalidad ni en el riesgo cardiovascular al disminuir las grasas saturadas en la dieta. ¿Qué significa esto para ti y para tu alimentación? Vamos por partes.



¿Qué son las grasas saturadas y dónde se encuentran?

Las grasas saturadas están presentes en alimentos como:


  • Carnes rojas y procesadas

  • Lácteos enteros (como queso, mantequilla, leche entera)

  • Aceites tropicales como el de coco y palma



Tradicionalmente se pensaba que estas grasas aumentaban el colesterol “malo” (LDL), y con ello el riesgo de enfermedades del corazón. Sin embargo, esta visión se basaba principalmente en estudios antiguos, muchos de ellos observacionales (es decir, que solo observaban relaciones, sin probar causas).



¿Qué encontró el nuevo estudio?

El meta-análisis de Yamada et al. (2025) revisó 9 estudios clínicos que comparaban a personas que redujeron el consumo de grasas saturadas con otras que mantuvieron su dieta habitual. Estas investigaciones duraron entre 2 y 8 años, e incluyeron tanto pacientes que ya habían tenido problemas cardíacos como personas sanas.



Resultados principales:



  • No se redujo la mortalidad total.

  • No se redujo el riesgo de muerte por enfermedades del corazón.

  • Tampoco se vio una mejora clara en los infartos o eventos cardiovasculares mayores.



Es decir: reducir las grasas saturadas no marcó una diferencia significativa en la salud o la supervivencia de estas personas.




¿Significa que podemos comer todas las grasas saturadas que queramos?



No exactamente. Lo importante es entender que el contexto de la dieta es más relevante que eliminar o incluir un solo tipo de nutriente. Es muy distinto consumir grasas saturadas de un queso artesanal o de un yogur natural, que de un ultraprocesado con aditivos, harinas refinadas y azúcares.


Además, no todas las grasas saturadas son iguales. Algunas tienen efectos neutros o incluso beneficiosos a nivel celular y hormonal. Otras, dependiendo de su fuente, podrían estar asociadas a efectos negativos.




Entonces, ¿qué deberíamos priorizar en nuestra alimentación?



La ciencia sigue apuntando hacia lo que ya intuimos desde hace tiempo:


Aumentar el consumo de vegetales, frutas y legumbres.

Reducir los productos ultraprocesados.

Usar aceites de calidad, como el aceite de oliva virgen extra.

Mantener un estilo de vida activo, dormir bien y manejar el estrés.


En lugar de obsesionarnos con un solo nutriente, lo mejor es mirar el panorama completo de nuestra alimentación.




¿Por qué estas ideas han tardado tanto en cambiar?



Mucho del conocimiento nutricional se basa en modelos antiguos y en teorías bioquímicas reduccionistas (es decir, que se enfocan en partes muy pequeñas del cuerpo, sin mirar el todo). En medicina y nutrición se ha dado por hecho que bajar el colesterol es igual a mejorar la salud… pero eso no siempre es cierto. Bajar un marcador en una analítica no siempre significa estar más sano.


A veces, los intereses comerciales también juegan un papel. Hay industrias que se benefician de promocionar ciertos productos “saludables” o medicamentos, y no siempre lo que se dice como “la ciencia” representa toda la evidencia.




Conclusión: comer mejor, no solo comer “menos grasa”


En resumen, los estudios actuales no respaldan la idea de que reducir las grasas saturadas por sí sola tenga un gran impacto en la prevención de enfermedades o en vivir más años. Lo que realmente importa es la calidad global de la dieta, y no obsesionarse con un solo tipo de grasa.


Comer bien no es eliminar alimentos aislados, sino construir hábitos saludables con sentido común y evidencia científica.


¿Tienes dudas sobre tu alimentación?


En consulta, podemos revisar tu caso de forma personalizada y ayudarte a construir una alimentación saludable y sostenible.



 
 
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